El gusto de permanecer: Paola Calzada

“Los elementos de la arquitectura son encuentros, enfrentamientos que interactúan con la memoria”, escribe Juhani Pallasmaa en su libro Los ojos de la piel. El día que Paola Calzada lo leyó, entendió el término arquitectura sensorial y supo que de eso se trata su profesión: “No me queda la menor duda de que por medio de la piel se entiende la espacialidad, y que quienes estudiamos esta profesión sabemos manipular esas sensaciones”.

Para Paola Calzada se crea comunidad mediante espacios que tengan escala humana. “No quiero decir que deban ser pequeños, sino que estén en proporción a la situación humana que se vive, a la velocidad con la que transite por ahí un ser humano. Si se pierde la escala se pierde el gusto de permanecer y por lo tanto no se crea una comunidad. ¿Es posible crear una escala humana en un paisaje de metraje importante? Sí, siempre y cuando el detalle permanezca en función del humano”.

Entender al usuario y sus necesidades no es un proceso que ocurra de inmediato, primero debe establecerse una relación de confianza mediante la que se pueda tener un entendimiento real de las cosas que le importan. “Al principio se entiende lo superfluo, pero con el paso de los meses vamos comprendiendo cuáles son los elementos que lo mueven de manera importante, cuáles son las cosas que lo harán sentir en casa, en su hogar, y esto si se trata de un proyecto residencial. En el caso de un hotel o un negocio es más complicado porque el cliente son muchas personas, es el mercado. Este no es tan transparente, se rige por múltiples factores y, para entenderlo, hay que ser sensible y estudioso, hay que tener técnicas más estructuradas”.

A fin de lograr espacios versátiles, donde los usuarios interactúen, desarrollen diversas actividades y vivan múltiples situaciones emocionales, se necesita estar abiertos a romper paradigmas. “Hay que hacer espacios de usos versátiles, hay que romper con estructuras estrictas, hay que convencer al cliente de que es un beneficio que los espacios funcionen de maneras creativas y diferentes”.

La comprensión y la responsabilidad social son conceptos clave para Paola Calzada. En todos sus proyectos se tiene conciencia de la sustentabilidad, el reciclaje y el bajo impacto ambiental. Tres en particular hacen más énfasis en ello: Mobiliario LUKEN, hecho cien por ciento de PET reciclado. Una línea que se pensó para niños, inspirada en su hijo: “Quería una mesa para que dibujara, o una mecedora donde leyera sus cuentos, pero todo cobró una nueva dimensión de enseñanza cuando se convirtió en un ensamble de 700 botellas de cloro que no acabarían en el mar. Entonces pensé: ‘Ahora sí lo estoy educando con el ejemplo’”. La firma también ha desarrollado una línea de mesas de formas únicas, fabricadas con mármol reciclado. El proyecto de remodelación de las oficinas Reforma, un pequeño edificio destinado a desaparecer y rescatado debido a que la demolición, si bien más barata, tendría un alto impacto ecológico: “Tratamos los materiales constructivos como si fueran preciosos, aunque no lo eran. Cada celosía, losa de cemento o tabique fue usado de forma aparente y reciclado no solo en su uso original, sino dándole un sentido más extenso, es decir que una celosía se convirtió en separador, fachada y librero”.

Esta entrevista forma parte de la edición 2018 de Insignias, de venta en Sanborns.

 

Texto: Yara Patiño Estévez

Fotos: cortesía

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