Ingrid Moye creció al norte de la ciudad, cerca del Parque de los Bebederos diseñado por Barragán. La experiencia espacial que le produjo vivir ahí la marcó para siempre, aunque desde pequeña se sintió atraída hacia la arquitectura, el arte y el diseño gráfico. Entendió la profesión porque siempre estuvo cerca de ella. Egresada de la universidad Anáhuac, Ingrid Moye ha trabajado con algunos de los despachos más influyentes del mundo como Herzog & De Meuron, SANAA y Rojkind Arquitectos. Pero es Kazuyo Sejima, líder del despacho SANAA en Tokio y ganadora del premio Pritzker, a quien considera su mentora. Trabajar con ella de manera cercana al inicio de su profesión y haber visto cómo ejerce la arquitectura fue toda una enseñanza: Ingrid aprendió mucho de su forma de vivir la arquitectura, no solo a entenderla, sino a trabajarla y hacerla parte del día a día.
Desde que fundara en 2013 Zeller & Moye junto a Christophe Zeller, Ingrid ha llevado su experiencia profesional al desarrollo de estrategias para el diseño y a la realización de proyectos que se mueven entre el arte y la tecnología en todas las escalas. Con sede en Berlín y la Ciudad de México, el estudio realiza actualmente proyectos artísticos y culturales en Alemania, Reino Unido, Kurdistán y México. A Ingrid le fascina hacer ejercicio, le apasionan las artes y su mayor fuente de inspiración son los viajes. Para ella el equilibrio es fundamental, algo que solo se logra mediante la integración armónica de todas sus pasiones. La profesión, considera, está tan ligada a la sociedad, la política y la economía que es necesario nutrirla no solo de otras disciplinas sino de lo que acontece a nuestro alrededor. La vida personal de un arquitecto no puede separarse de la profesión.
“Actualmente trabajamos en muchos proyectos de diferentes escalas y cada uno de ellos es tratado con la misma dedicación. En el despacho no hay proyectos ‘A’, ‘B’ o ‘C’, todos tienen la misma importancia y por lo tanto seguimos el mismo proceso de principio a fin, atendiendo a sus necesidades específicas”. Un ejemplo es la propuesta que hiciera el despacho para el interior de la nueva boutique para Sandra Weil: una delicada composición de madera y cobre dispuesta en estructuras ordenadas verticalmente, las cuales envuelven el espacio existente como lo haría un vestido de un solo cuerpo. Muros de madera tropical cubren posibles imperfecciones, al tiempo que permiten vistas a través y más allá de la tienda para dar la sensación de que hay una mayor amplitud. Ingrid Moye vincula fuertemente la filosofía de su despacho a distintas problemáticas actuales: “Como latinoamericanos —en especial México— tenemos una carga histórica y cultural fuertísima, muy valiosa para la arquitectura. Los arquitectos debemos pensar en la arquitectura dentro de la ciudad, transformar la vida de sus usuarios y del entorno. Cada proyecto te lleva a descubrir un mundo nuevo que te enriquece y te da la oportunidad de crear conceptos y espacios únicos con impacto en la vida del ser humano y de la sociedad”.
“En Europa hay desarrollos urbanos y planes maestros en los que la arquitectura juega el papel de engrane dentro de la gran maquinaria que es la ciudad. En los países de Latinoamérica, comenzando por el nuestro, es posible llegar —con nuestros medios y posibilidades— a este tipo de proyectos de ciudad sustentable de una forma mucho más sencilla y que puede ser incluso más exitosa. A partir del sentido común en la profesión podemos tener un impacto positivo e integrador. La ecología y la sustentabilidad, por ejemplo, se han vuelto ‘temas cliché’ porque se ha perdido un poco la sensibilidad ante ellos, pero sin duda siguen siendo sumamente necesarios”. La firma está convencida de que el movimiento constante, tanto en lo geográfico como en lo creativo, se debe a la reflexión, la introspección y la integración que buscan entre cada uno de sus proyectos y su entorno.
Entrevista: Ulises Jiménez Ruvalcaba
Fotos: cortesía