La experiencia del habitar: Lorena Vieyra

Cuando Lorena Vieyra fundó su propio despacho de arquitectura en 2007, ya había trabajado para Grupo Diarq mientras estudiaba su carrera en la Universidad Iberoamericana, sido independiente e incluso colaborado en Milán, Italia con Atellier Mendini. Fueron sus años de aprendizaje. No es que actualmente no adquiera nuevos conocimientos a través de la experiencia, al contrario: la importancia de su etapa inicial reside en que la llevó, poco a poco, a establecer su identidad como arquitecta, a dar su ADN a una firma que día a día tiene mucho que proponer.

¿Alguna vivencia en especial te decidió a ser arquitecta?

En mi familia no había arquitectos pero siempre he apreciado el arte, el diseño y especialmente la plástica. Un profesor en último semestre de prepa me dio historia del arte y me dije: esto me gusta. La verdad, aunque entré a la carrera un poco a ciegas, nunca dudé de la elección.

¿A quiénes consideras tus maestros?

Al regresar a México trabajé cinco años con Daniel Álvarez de Grupo Arquitectura. Ya había colaborado dos con Grupo Diarq y otros dos con Atellier Mendini en Milán. Me cayó el veinte de la importancia de tener experiencia dentro de la estructura de una empresa. Además de todo lo que aprendes, te acaba de formar un criterio. Aquí tuve la oportunidad de conocer arquitectos como Jean Michel Colonnier, Michael Edmonds y HOK, que también está en México. Adopté su manera de hacer las cosas en cuanto a desarrollo de proyectos y presentación de planos. Fue una experiencia muy valiosa.

 

 

¿Qué parte te emociona más del proceso creativo?

Me emociona y me angustia la primera etapa del proyecto, la de generar ideas y proponer. Me gusta y obviamente me asusta el papel en blanco porque no tienes nada, pero definitivamente es una de las partes más padres.

Entre la oficina y tus tres hijas ¿tienes tiempo para seguir interesándote en cuestiones de arte?

No tanto como quisiera, pero siempre me invitan a diseñar. En los últimos años he colaborado con una ahora amiga mía, historiadora de arte y curadora; estoy aprendiendo muchísimo y eso me encanta. Siempre disfruto trabajar al lado de gente talentosa y que sabe más.

¿Tu arquitectura tiene intencionalmente alguna función social?

La obra social me llama la atención, aunque no solemos participar en concursos de ese tipo porque generalmente están ligados a licitaciones. Por otro lado, pienso que el trabajo, tal como lo hacemos, tiene una parte social importantísima en su impacto. Cuando haces un proyecto residencial cambias la manera de vivir de la gente que habita estos espacios.

 

 

¿Qué hay de la sustentabilidad?

Es como el tema de la tecnología: antes era un lujo, ahora una realidad. Más allá de certificar o no, esa conciencia es un tema para todas las profesiones. Como arquitectos es nuestra responsabilidadipso facto, una responsabilidad cívica y social.

¿Cuáles son las ventanas de oportunidad hoy en México para los arquitectos?

Ya no somos todólogos como antes: hay una conciencia, sobre todo de las nuevas generaciones, de la especialización. Cuando buscas especialistas te das cuenta de que todos queremos hacer todo, pero hay pocos que hacen una sola cosa y la hacen bien.

 

 

¿La mujer arquitecta se ha posicionado de manera idéntica al hombre?

Nunca he sentido una desventaja. De cualquier manera, considero que en el momento en que dejemos de hablar de esto, será que no necesitamos hacerlo.

¿Qué quieres lograr con tu arquitectura?

Cuando creamos el concepto proyectamos una manera de vivir, un estilo de vida. Pensamos en proponer cómo habitar los espacios, muchas veces de forma diferente a como el cliente estaba acostumbrado. Al diseñar, la intención es generar una experiencia. Es lo que me parece más emocionante de este trabajo.

 

 

Entrevista: Carlos Vicente Castro

Imágenes: Jaime Navarro, Rafael Gamo y LGM Studio

Retrato: Teddy Shinagl

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