¿Qué perdimos con el incendio de Notre Dame?

El lunes 15 de abril el mundo fue testigo del incendio de una de las construcciones más emblemáticas de la cultura francesa. Los ojos de millones de personas estuvieron sobre las imágenes en directo de un fuego implacable que amenazaba con consumir no solo un edificio, sino los 856 años de historia que sus paredes encierran.

 

 

La catedral de Notre Dame, una de las joyas más características de la arquitectura gótica, es uno de los atractivos más visitados de Francia y de todo el continente europeo; su valor arquitectónico, cultural y artístico han hecho de esta iglesia una de las más reconocidas en todo el mundo.

 

 

No es la primera vez que esta catedral —cuya construcción se remonta al siglo XII—experimenta condiciones que amenacen su integridad. A lo largo de los siglos, Notre Dame ha sobrevivido a numerosos asedios de índole social: disturbios, protestas, guerras e incluso una revolución son una muestra de la importancia histórica que esta edificación parisina tiene para la sociedad en Francia.

 

 

 

Esta vez, un incendio presumiblemente accidental durante los trabajos de restauración del edificio fue el responsable de la tragedia histórica. Los daños han sido grandes, y tendrán que pasar aún algunos días para poderlos enumerar. De primera mano, se estima que dos tercios del techo quedaron destruidos, así como partes de las bóvedas interiores. A estos daños se les suma la caída de la icónica aguja que Viollet-le-Duc diseñara para coronar la catedral durante las renovaciones llevadas a cabo hace siglo y medio.

 

 

Pues bien, las repercusiones del accidente no solo se miden en la caída de la afluencia turística que un edificio tan magnífico como este supone para París (más de 13,000,000 de turistas de todos los credos y orígenes acuden a visitarlo cada año); la pérdida se mide también en valores que no pueden ser contabilizados.

 

 

Dentro de las paredes de Notre Dame se albergan numerosas piezas artísticas invaluables con varios siglos de antigüedad. No es casualidad que las primeras actividades realizadas por los servicios de emergencia fueran la evacuación de personas y el rescate de obras de arte.  Algunas piezas pictóricas, no obstante, sufrieron daño debido al humo, y fueron trasladadas al Museo Louvre. Cabe mencionar, para tranquilidad de nuestro público mexicano, que tanto el altar como la imagen de la Virgen de Guadalupe resultaron intactos luego de la tragedia.

 

 

Ahora, con las ascuas de la catástrofe bajo control, se avecina un largo luto para el pueblo parisino, y un arduo trabajo para el gobierno francés. El proyecto de renovación de la catedral de Notre Dame habrá de ser discutido, fondeado y ejecutado con sumo cuidado. Varias firmas de diseño de primera clase (entre ellas Gucci, Yves Saint Laurent y Louis Vuitton) han resonado como las primeras en efectuar donaciones generosas que juntas representan una cifra cercana a los 340 millones de euros para dicho proyecto.

 

 

En lo venidero, el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios, ICOMOS, tendrá que poner especial atención en revisar —y de ser necesario, reformular— sus protocolos para la seguridad en las restauraciones y renovaciones de edificios con valor histórico como este.

Este ha sido un gran llamado de atención para formularnos la pregunta: ¿Qué perdemos cuando el fuego se lleva nuestro patrimonio cultural?

 

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Texto: Kevin Cárdenas

1 comentario en “¿Qué perdimos con el incendio de Notre Dame?”

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